Una vez en Brasil uno comienza a darse cuenta de lo que es realmente, los tópicos son innumerables, para empezar yo creía que iba a un paraíso, la ciudad de Florianópolis, “Un Miami” dentro de Brasil. Cuál fue mi engaño cuando descubrí que el sitio donde aterrizaría no era la gran ciudad, sino un pueblo grande a 217 kilómetros de “Floripa” y 1200 metros de altura, Lages. Esta ciudad, si bien no representa nuestros tópicos sobre Brasil, tiene sus encantos, en ella podemos ver una realidada la que están sujetas muchas ciudades brasileras, falta de inversiones en servicios públicos, falta de educación y ausencia de lugares donde el pueblo pueda expresarse y divertirse. Esta ciudad de paso cuya economía se basaba en la agropecuaria se ha convertido en la ciudad comercial de multitud de pueblos agrícolas de la región.
El comienzo, como todos los comienzos, fue complicado, un idioma diferente, personas desconocidas con ideas y actitudes diferentes, sistema de estudios diferente y como no, esos pequeños miedos sobre delincuencia y enfermedades tropicales que los medios introducen en nuestras mentes.
Mis primeros días en Lages fueron intensos, poco a poco fui acostumbrándome al estilo de vida que los universitarios llevaban allí. Fiestas, clases de universidad y Chimarrao, mucho Chimarrao, esta hierba mate a la cual le dedicaré una entrada en el blog próximamente, es capaz de resucitar a un muerto después de una noche con dudosos recuerdos.